domingo, 16 de julio de 2017

DÍA DE PATRIOTAS: EL HÉROE DE LA RODILLA MALTRECHA

          Aunque adopte esa postura documental, es obvio que se trata de una composición narrativa y los hechos y personajes que aparecen en la película están ya a mitad de camino  entre la realidad y la ficción.
            Uno de ellos, un inspector de policía defenestrado por su actitud rebelde y e indisciplinada, que cumple un castigo temporal consistente en rebajarle de categoría unos meses, se erige desde el primer momento en uno de los héroes y protagonistas  que lo fue en los acontecimientos reales, y en la película. 
          Está interpretado por Mark Wahlberg, que ya había estado en Boston con Scorsese y Di Caprio en Infiltrados.  Wahlberg es también uno de los productores y de los que quisieron fijar desde el principio la cuidadosa perspectiva con que se habría de abordar el film.
            Ahora sólo comentaremos este tema de la cojera, como si de cualquier otro personaje de ficción se tratara, a pesar de lo trágico de la historia. Quizás la película hubiera preferido omitir o disimular de alguna forma este detalle, pero lo cierto es que prefieren destacarlo desde las primeras escenas del film.
            En efecto, la película arranca con una rutinaria operación policial en un bloque popular de viviendas donde ha habido un altercado entre vecinos. El agresor, y al mismo tiempo víctima, es un personaje débil y enfermizo. Para entrar en la vivienda, están el personaje y una pareja de policías. La puerta no se abre y tienen que tratar de entrar por la fuerza. Al principio, el inspector da un golpe cargando su cuerpo y embistiendo con el hombro. La puerta no se mueve y el inspector queda doliéndose del mismo hombro.
            A continuación, él y no los otros dos policías, que asisten pasivos a la actividad del inspector, a continuación, y como no queriendo recurrir a ese punto pero obligado por la necesidad, da un fuerte patadón a la cerradura, cediendo al final la puerta y accediendo entonces a la vivienda.
            Solucionan lo que es un simple problema entre vecinos, el inspector defenestrado está aburrido de estas rutinas y estos casos a los que le obligan a hacer, y quiere recuperar su cargo anterior de inspector de homicidios. Y es entonces cuando se lamenta de su pie, es entonces cuando sabemos que padece de una lesión severa en su rodilla, fruto de un accidente tiempo atrás. Aun teniéndola  maltrecha, su obligación no le ha impedido hacer uso de ella, a pesar de lo perjudicial que pueda ser.
            Y así ya tenemos caracterizado al individuo, al personaje,  a través de su relación con su rodilla. Sabemos que es un personaje singular no sólo por su lesión, lo sabemos porque está defenestrado, es algo indisciplinado, un individuo singular. Su cojera, su señal en el pie, como la de tantos otros héroes desde la antigüedad, es un atributo más de su caracterización.
            Ya en casa lo veremos hacer ejercicios necesarios y resignados de rehabilitación y que debe hacer uso de una aparatosa, como todas ellas, de una aparatosa rodillera.
          Este inspector defenestrado, sin embargo, ha de estar listo para dentro de unas horas, pues ha de estar al tanto de la seguridad de la inminente maratón de Boston.
            Y así al poco lo vemos, ya una vez amanecida la ciudad, junto con todos los demás miembros del cuerpo encargados de la seguridad y vigilancia de la carrera popular, controlando y dirigiendo de viva voz o a través de un telefonillo, la supervisión de dicho evento.
            Ha olvidado su aparatosa rodillera en casa. En ese momento vemos que su esposa se ha acercado desde allí en un gesto cariñoso para traérsela y dársela en mano. Se despiden con cariño y se desean feliz día y verse pronto. El inspector y su esposa forman una pareja bien avenida. Él no es un héroe de los cómics, con superpoderes, es un héroe anónimo, un ciudadano y un profesional normal, con una vida mínimamente feliz pero satisfactoria, consciente de su humanidad.
            Quizás, entre otras cosas, lo que le brinda esa humanidad y hace que le tomemos simpatía tan pronto al personaje, entre otras cosas, claro, es su debilidad, su vulnerabilidad, su herida humana, esto es, la lesión, que parece crónica, de su pie, de su rodilla. Lo vemos limitado, como como cualquier ser humano, no es un personaje que se extralimite (quizás sí en la disciplina) como los superhéroes, es un ser que acepta su condición, sus limitaciones,  y una de ellas y más claras es la de su pie, su maltrecha rodilla.
            Su mujer le ha entregado la rodillera con todo su aparataje de tiras y sujeciones, y se despiden como si fuera una despedida más. Sin embargo, lo inesperado saltará de pronto y la llegada del inspector al hogar se prolongará más de lo esperado, pues tendrá que hacerse cargo de la coordinación de los efectivos policiales y de emergencia de la zona, una vez se han cometido los dos estallidos de bombas.
            Se ha sembrado el caos en la pacífica e idílica ciudad, un domingo apacible que se esperaba tan feliz como otro domingo cualquiera, y toda la ciudad de Boston, con el  lisiado y renco inspector a la cabeza, se volcará en la ayuda a sus conciudadanos.



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