martes, 18 de julio de 2017

GLD. vs. ESP: LA EMPALIZADA DE GLABRO

LA EMPALIZADA DE GLABRO  EN ESPARTACO.
            Se ha de recordar, sin embargo, el primer encuentro bélico entre las tropas romanas y la milicia irregular pero agresiva de los rebeldes. Glabro, el manipulable protegido de Craso en el Senado, es nombrado hábilmente por el senador popular Graco como encargado de sofocar la rebelión de los esclavos. Es la primera ocasión en que los dirigentes romanos toman conciencia del problema existente de la revuelta de esclavos.
            El descuidado Glabro marcha contra los esclavos confiando sobradamente en su poderío y convirtiendo la expedición en una marcha festiva y despreocupada. Así se muestra claramente en la película.
            Tanto es así que llegados cerca de los rebeldes, acampan una noche próximos al campamento de los esclavos, establecido en las laderas del Vesubio. La despreocupación es tan grande que un jinete esclavo llega en la noche donde Espartaco a informar de los movimientos de los romanos, y lo que le dice al líder enseguida lo pone de alerta y repite. “¿Y dices que no han levantado emplaizada ni foso alguno?”, más o menos.
            Ya sabemos que todo ejército romano en expedición levantaba cada noche el campamento con una empalizada y su foso correspondiente.
            Espartaco a la vista de esto, ordena inmediatamente la salida de los esclavos hacia el campamento romano, aprovechando la distracción de estos y lo tan confiados que se encontraban, tanto que ni siquiera se molestaron en construir las vallas de defensa.
            Poco después, hay elipsis de la toma del campamento por los esclavos, vemos el encuentro entre el satisfecho Espartaco y el débil y atemorizado Glabro. El propio esclavo le echa en cara no haber sabido mantener las estrictas reglas de guerra de los romanos, y su descuido. Lo deja marchar, sin embargo, para que informe al Senado que ellos, los esclavos, no pretenden alterar por más tiempo la situación en la península itálica, sólo quieren marcharse a sus hogares y patrias, y que, por lo tanto, los dejen ir y no se esfuercen en perseguirlos y acosarlos.
            Precisamente este error imperdonable de Glabro acabará con su carrera política. En la reunión en el Senado donde debe rendir cuentas, evidencia una vez más su carácter débil y su carencia de formación y dotes de mando para estar al frente de cualquier mando en el ejército. Es el propio Craso, su padrino político, el que le hace la pregunta clave y la que lo deja al descubierto. “¿Es que no levantaste la empalizada?”, a lo que el irresponsable Glabro responde, quedándose en evidencia “¿Para qué iba a hacerlo? ¡Solo eran unos esclavos!”.

            Esto será el fin de su carrera como militar y político. A continuación y ya en privado, se despide de forma breve y como desconocidos de Craso, con el mensaje de que ya no volverán a verse. 

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